Hace un tiempo me llamó una posible clienta que quería hacer algunos trabajos de diseño interior en su casa. Me contó que la casa era nueva, que la habían terminado de construir con su marido hacía un año, que era súper moderna, toda hecha en hormigón visto y vidrio, tal cual ellos la habían soñado. Pero resulta que ahora se encontraban con un problema: a su hijo de 8 años no le gustaba la casa. Les decía todo el tiempo que la casa era gris, y que el gris no era un color.
El relato me resultó conmovedor. Me mató la sensibilidad de ese nene de 8 años y también me encantó la actitud de la madre diciéndome “y yo ahora lo entiendo, y quiero que él también pueda identificarse con la casa, que la sienta propia como nosotros”.
La conversación con ella, Paula creo que se llamaba, me dejó pensando muchísimo en el lugar que le damos a los niños a la hora de pensar los espacios de las casas. A esta altura ya suena trillado decir que los niños “entienden todo”, pero no está de más repetirlo: los niños entienden TODO, sepámoslo. Y muchas veces lo entienden mucho antes y mucho mejor que nosotros los adultos.
Yo esto es algo que veo muchísimo trabajando en las casas de mis clientes. Y no me canso de comprobar lo importante que es que los niños participen del proceso de diseño, en especial en sus propios espacios: dormitorios, playrooms, escritorios, baños…
Los niños tienen y necesitan su propio mundo representado y, muchas veces, ese mundo no se condice con lo que los adultos tenemos pensado para nuestras casas. Ellos también necesitan espacios con identidad, con personalidad, con los que se identifiquen y que los sientan propios. Pero ocurre que el código es otro, es diferente.
Pasa como en la literatura o en el cine: los cuentos y las pelis para chicos tienen otro código, un código en donde pueden pasar cosas que en la realidad no pasan, como por ejemplo que los animales hablen, que una casa vuele tirada por globos o que los juguetes cobren vida. Bueno, en los espacios para niños también tenemos que dejar aparecer esa fantasía y permitirnos cosas que en el mundo de los adultos no nos permitiríamos. Y, ¿por que no?, también poner en duda esta creencia…
Como ejemplo de esto, les preparé estos cuatro casos de dormitorios infantiles que diseñamos bien de la mano de sus dueños: Rami, Charo, Iru y Jazmín. Son cuatro ideas desde donde se puede abordar el diseño con premisas bien lúdicas y divertidas.
1. Escudería Ferrari
Una gran opción para trabajar los dormitorios infantiles es hacerlos temáticos. Esta idea funciona muy bien si el niño o niña en cuestión tiene un tema que lo apasione.
Ese era el caso de Rami que es fanático de los autos de carrera, en especial de las Ferraris. El dormitorio era muy pequeño pero la premisa fue transformarlo casi que en una escudería.
Los padres estaban dispuestos a llevar al extremo la idea y no le tenían miedo a los colores estridentes ni a ningún exceso, así que trabajamos cada elemento como parte de esta composición a pura Fórmula 1.
Ramiro no puede estar más contento con su dormitorio que, aunque pequeño, es súper personal.
Esta misma idea podría aplicarse a cualquier otro tema de interés del niño o niña: fútbol, tenis, danza, música, pintura, astronomía, animales, barcos, aviones y una larguísima lista de etcéteras. Es sólo cuestión de saber cuál es ese tema de identificación fuerte que tiene tu hijo ¡Y después convertirlo en realidad!
2. Cama-entrepiso rincón de lectura
Otro súper recurso para los dormitorios infantiles, es sacar a las cosas de sus formas o usos habituales. Que una cama no sea la típica cama, o una mesa la típica mesa, o una silla la típica silla.
Para lograrlo, podemos jugar con las proporciones (cambiarlas o exagerarlas), las formas (usar formas que no son las tradicionales para ese objeto o mueble, por ejemplo una mesa triangular o con forma de nube), la sujeción un elemento (por ejemplo, una cama colgante), elementos que se transforman (por ejemplo una puerta que se transforma en mesa). Y así podría seguir enumerando ejemplos, pero lo importante es dar rienda suelta a la creatividad y encontrar aquello que para tu hijo tiene sentido y lo va a hacer sentir identificado.
En este caso, trabajamos con las proporciones y la sujeción de la cama, que funciona casi como un entrepiso, en donde además armamos el rincón de lectura de Charo, que ama leer. Esta cama/entrepiso es ese lugar íntimo en donde ella y sus libros se quedan a solas, elevados del piso, más cerca del cielo, en ese lugar de suspensión al que nos transportan las historias cuando leemos.
3. Una reina moderna
Esta es otra buena idea para abordar los dormitorios infantiles: pensando en un personaje para el niño o niña y entonces recrear el espacio para ese personaje. En este caso se trataba de una reina moderna, por o cual decidimos fusionar conceptos recargados y románticos, propios de la realeza, con formas y colores más actuales.
Entonces trabajamos con muebles bien minimalistas, de líneas netas en laca blanca, y los combinamos con algunos elementos más clásicos como la silla y la banqueta, de formas redondeadas, bien de estilo francés. Y todo esto lo hicimos funcionar en una combinación de colores y estampados que juegan todo el tiempo entre lo recargado de lo palaciego y la frescura de lo moderno.
Iru es una pequeña reina llena de vitalidad y su dormitorio es su pequeño palacio.
4. Un tobogán en casa
Y por último, tenemos esta cuarta propuesta súper divertida y atrevida que es introducir un elemento que, en principio, pueda sonar disparatado para un dormitorio. En este caso fue el tobogán. Todavía me acuerdo cuando le pregunté a Jazmín qué le gustaría tener en su dormitorio y me contestó: un tobogán. Yo la miré a la madre y por adentro pensé “¿y por qué no?”
Podría ser cualquier otro elemento: un barco, un auto, un escalador, argollas de acrobacia, un pelotero, un batitubo, una pantalla de cine, no sé… Justamente lo maravilloso de este concepto es la sorpresa, por eso seguramente a tu hijo se lo ocurran cosas que ni vos ni vos no yo podemos imaginar en este momento, como el tobogán de Jazmín.
Estas son sólo cuatro ideas que estoy segura de que pueden funcionar muy bien al diseñar espacios para niños, pero por supuesto que no so las únicas. Lo que sí podemos decir como conclusión es que hay algunos rasgos que son comunes en las cuatro propuestas: lo lúdico, lo disparatado, lo divertido, lo arriesgado, la fantasía, la energía y la vitalidad. Y, oh casualidad, son todas características propias de la niñez.
Y para terminar, me despido invitándonos a todos a escuchar a los niños y también a escuchar a nuestro propio niño o niña interior. Recuperemos esa frescura de pensar que todo es posible, que todo puede ser de otra manera, siempre y cuando nos permitamos jugar.