Diseñar el interior de una casa es, para mí, lograr fusionar la esencia de la casa misma, con la personalidad de sus habitantes. Definitivamente, no concibo un espacio en donde no estén puestas en juego estas dos cosas.
Por un lado, la casa habla por sí sola, claro. No es lo mismo, por ejemplo, un departamento a estrenar que un PH antiguo reciclado, o que una casa en la playa, o una en un barrio cerrado del conurbano. La casa, y también el entorno, por supuesto, ponen ciertos condicionantes que tendremos que tomar como premisas para nuestro diseño. Puede tratarse de un departamento súper moderno o de una casa centenaria. Puede ser de ambientes pequeños o, al revés, de espacios amplios e integrados. ¿Tiene techos bajos? ¿Tiene dobles alturas? Los materiales pueden ser cálidos, o fríos, o rústicos, o minimalistas. ¿Tiene buena luz natural? ¿Tiene lindas vistas? En fin, hay una cantidad enoooorme de cosas que debemos “preguntarle” a la casa.
Y la otra parte fundamental e indispensable de la cuestión son las personas, o sea: VOS, ni más ni menos que vos y LOS TUYOS. A mi modo de ver las cosas, es imposible diseñar el interior de tu casa, sin sacar a relucir cómo sos, cómo vivís, qué te gusta, qué no te gusta, con quiénes vivís, o con quiénes pensás vivir en el futuro, qué disfrutás, que deseás y, cómo digo siempre, hasta cuáles son tus caprichos. Porque tu casa tiene que ser el reflejo de todas esas cosas. De eso hablamos cuando hablamos de darle personalidad a tu casa.
Seguramente, al decidir comprar una casa en un country, o un departamento a estrenar, o un PH reciclado, ya hayas puesto en juego muchíiiiiiisimo de todo eso que sos y te define. Con el diseño interior, lo que tenés que lograr es terminar de “habitarla”. Amo este término: HABITAR. Porque es mucho más que vivir en un lugar. Habitar es apropiarse de los espacios con todo lo que vos sos ó querés ser (porque el buen diseño interior también nos modifica a nosotros, nos hace ser más auténticos y nos ayuda a vivir la vida más en sintonía con nuestro deseo, pero esto lo dejo para otro artículo). Habitar es sacar lo más verdadero, desde tu propio interior, y proyectarlo hacia el interior de tu hogar.
Es un trabajo desde adentro hacia afuera.
Es un trabajo desde la esencia.
En este artículo, quiero hablarte de los tres recursos básicos e indispensables que tenemos para conseguir que tus interiores tengan esa personalidad que los hará únicos e irrepetibles, como vos. Por supuesto, lo primero que tenés que definir es qué querés logar. Y eso, sólo vas a saberlo haciendo ese trabajo de introspección. (Te dejo acá en este link un artículo que escribí para fin de año que te puede ayudar a saber lo que querés: https://renovatusespacios.com.ar/guia-de-20-pasos-para-planear-tu-casa-ideal)
Ahora sí, ¡hablemos de los tres recursos!
1. El color
¡¡Hermoso recurso!! Y cuántas posibilidades nos da. Acá quiero aclarar que hablar de color no quiere decir que tus ambientes tengan que ser todos coloridos y vibrantes. Quiere decir que, aún cuando te decidas por una paleta monocromática, vas a tener que definir cómo son esos tonos neutros. Decir “quiero todo blanco” es también una decisión de color.
Dicho esto, hablemos del color.
El color nos da infinitas posibilidades para comunicar cosas. Una paleta más bien neutra, por ejemplo, nos dará una sensación de calma y nos dará también ambientes más clásicos y sobrios. Si esa paleta es de tonos claros, además nos aportará luminosidad. En cambio los tonos más oscuros nos van a sumar un poco de dramatismo y de intensidad y, probablemente, también ambientes más cálidos.
Si en cambio optamos por una paleta más colorida, tendremos que pensar si vamos a querer colores vibrantes o más pasteles. Si vamos a combinar más de un color en cada ambiente, o vamos a elegir uno solo para combinar con neutros. Y entonces tendremos que pensar cuál o cuáles van a ser esos colores.
Tenemos los colores más fríos como el azul, el verde y el violeta, o los más cálidos como el rojo, el amarillo y el naranja. Y si vamos a combinar colores, una buena opción bien contrastante es usar los complementarios (violeta-amarillo, rojo-verde, azul-naranja). Pueden dar resultados muuuy interesantes ¡pero hay que saber aplicarlos! Vamos a obtener espacios muy enérgicos, lúdicos y osados. Otra opción es usar una paleta más progresiva, es decir, tomar un color, pongamos el azul, y trabajar con varios tonos de azules que podrán ir virando hacia los celestes o turquesas y, hacia el otro lado, subir hasta los grises o negros. En este caso obtendremos espacios más homogéneos, más tranquilos y posiblemente más elegantes.
Los colores son infinitos, las combinaciones también y los recursos de cómo aplicarlos o combinarlos son múltiples. Con cada decisión que tomes respecto del color, vas a comunicar cosas diferentes. Entonces es MUY importante que pienses qué querés sentir en tu casa y cómo vas a trasladar tu personalidad a tus espacios a través del color.
Acá te dejo algunos ejemplos de paletas de color bien diferentes.
Son sólo ejemplos. ¡A definir la tuya!
2. La textura
Cuando hablamos de texturas, hablamos necesariamente de los materiales. La textura está asociada al sentido del tacto, pero también la vista percibe diferentes cosas a través de las diferentes materialidades.
No tenemos la misma sensación si vemos una madera que si vemos una pieza de acero inoxidable. Tampoco si las tocamos. La madera es cálida a la vista y al tacto. En cambio el acero es frío para ambos sentidos. En general, lo que se percibe con la vista se percibe también al tocar una textura o material.
Una vez más, lo que tenés que decidir es qué querés que “diga” tu casa a través de los materiales y sus posibles combinaciones. Si querés lograr un ambiente muy natural, probablemente elijas materiales que vengan de la naturaleza, como la madera, los tejidos, las cañas, las piedras. En cambio si querés un ambiente más moderno, elegirás materiales más industriales como el acero, el vidrio, las telas sintéticas, los plásticos.
En general las superficies más lisas y reflectivas, como los espejos, los mármoles, los cromados, los porcelanatos pulidos, las sedas, tienden a materializar ambientes más fríos. En cambio, las superficies más rugosas y absorventes como las maderas, las piedras, los linos, las panas, las alfombras, tienden a hacer mucho más cálidos los espacios.
Hacer una buena paleta de materiales es fundamental para definir un concepto sólido para el diseño interior de tu casa. Por supuesto, la paleta de materiales va de la mano de la paleta de color. No pueden pensarse de forma independiente, aunque acá por motivos didácticos las estemos definiendo por separado.
Claro que las texturas se pueden combinar, y en general vamos a obtener resultados muy interesantes cuando lo hacemos. Por ejemplo, si en un espacio donde predominan las maderas y los tejidos, incorporamos algún elemento estratégico metalizado (un cromado por ejemplo), vamos a generar una tensión y un contraste que, si está hecho con arte, va a dar un efecto mucho más rico que si nunca se altera la regla.
Acá te dejo, a modo de ejemplo, dos paletas de materiales con diferente estilo.
3. La luz
¡Luz, divina maravilla! ¿Qué sería de todo esto sin la luz? NADA, sencillamente nada.
La luz es EL recurso por excelencia en la arquitectura interior. Te sorprenderías al ver cómo sólo cambiando la iluminación de tu casa, podés lograr transformaciones tan significativas.
Tenemos, por un lado, la GRAN fuente de luz natural que es EL SOL. En la arquitectura, la luz del sol es una herramienta clave en muchos sentidos. En lo que al diseño interior respecta, tenemos que saber, por empezar, cómo está orientado cada ambiente de tu casa. No es lo mismo un ventanal orientado al sur, que no va a recibir un solo rayo de sol (en el hemisferio sur, claro), y por lo tanto la luz del día va a ser más blanca y más fría, que un ventanal orientado al oeste, que va a recibir todo el sol de tarde, tornando el espacio mucho más anaranjado o amarillento, y que además va a requerir de buenos elementos para filtrar esos rayos potentes de sol rasante (cortinas, persianas, parasoles).
Sabemos que el color no existe sin la luz. Por lo tanto, sabemos también que los diferentes tipos e intensidades de luz van a generar cambios MUY significativos en la percepción del color. Por ejemplo: si una pared beige está bañada por la suave luz del sur, ese beige se va a hacer más pálido, se va a hacer más frío. Si en cambio esa misma pared recibe el sol del oeste, va a tener tendencia a virar hacia el amarillo.
(Acá una recomendación fundamental que viene al caso: si vas a pintar tu casa, elegí siempre el color de tus paredes haciendo una prueba en el ambiente donde lo vas a aplicar y mirándola en varios momentos del día antes de comprar la cantidad necesaria).
Pero también tenemos la luz artificial, que nos va alumbrar durante la noche, o bien nos va a ayudar a iluminar los ambientes que no tienen buena luz natural durante el día. Este tema merece un artículo aparte (y ya lo haré…) pero por ahora van algunas consideraciones generales.
En mi opinión, la premisa básica para la luz artificial es que sea VERSÁTIL. Es decir: tener posibilidades de jugar con los efectos de luz. Soy muy detractora de la idea de que la luz es sólo para iluminar. La luz viste. La luz puede transmitir calidez, o calma, o alegría, o sosiego, o melancolía, o sensualidad, o… La clave es tener previstas las posibles combinaciones de las luces de tu casa para que puedan acompañar los distintos climas.
Si tenés una reunión de amigos, es probable que necesites una luz vibrante, que acompañe un espíritu más festivo. Si en cambio estás leyendo un libro, tal vez quieras una luz más focalizada, que te de una atmósfera de mayor intimidad. Si estás cocinando, seguro necesites una luz más intensa. En cambio, cuando la cocina no está en uso, quizás sea más acogedora sólo la luz cálida del bajo alacena Entonces, una buena idea es pensar qué tipo de situaciones vas a querer lograr y elegir distintas luces que se puedan ir encendiendo o apagando para lograr esos climas diversos.
También pensar si esas luces van a ser cálidas, o frías o neutras, y cómo se van a complementar. Si van a ser directas, indirectas, direccionales, envolventes… Si vas a usar luces de techo, de pared, de mesa, de pie. Si los artefactos van a ser piezas decorativas y cuáles, y cuáles otras van a ser de embutir, para pasar más desapercibidas.
Otra cosa que hay que saber es cuánta luz es adecuada para cada ambiente. Y acá también entramos en el gran “depende”, porque todo puede cambiar de acuerdo a lo que quieras lograr.
La luz es un tema central en el diseño de interiores. Te dejo acá algunas imágenes de situaciones de luz natural y artificial que ejemplifican estos conceptos.
La síntesis entre estos tres elementos, es lo que va a terminar definiendo la personalidad de tu casa.
Hay muchísimas posibilidades y muchísimas combinaciones. Se trata de usar la creatividad y de ser valiente para animarse a tomar decisiones atrevidas. Tu casa es tu nido, tu refugio. Tu casa es el lugar donde más a gusto tenés que estar. Es tu pequeño mundo. Animate a ponerle vida para que sea el reflejo de tu propio color y de tu propia luz interior.